Procedencia: Madrid
Grupos: Alcatraz, técnico de sonido y productor
La música asturiana ha quedado huérfana de uno de sus mas importantes
talentos. René de Coupaud, productor, pianista, arreglista y técnico de
sonido referencial desde la década de 1960, falleció el pasado sábado en
Quintes (Villaviciosa) de manera fulminante e inesperada. La noticia no
tardó de saltar de móvil en móvil, dejando entre amigos y profesionales
un silencio interior que, por una vez, atronó con más fuerza que toda
la música que pasó por sus manos durante las últimas cinco décadas.
Porque fue mucha música la que cupo en sus 65 años de vida. Nacido en
Madrid y criado en Gijón, René de Coupaud empezó a ser profesional desde
la adolescencia y tenía esa rara cualidad llamada “oído total”, que se
puede resumir como la capacidad de memorizar, ordenar y pensar con notas
musicales como quien lo hace con palabras. Un don que quienes lo poseen
se ven abocados a darle salida, por puro amor a la magia de la música.
René lo hizo desde niño, aprendiendo a tocar el piano y pasando después
por el conservatorio, donde quemó etapas y cursos a velocidad de vértigo
para acabar, como era lógico en un chaval de finales de los años
sesenta, tocando en grupos de rock.
También ahí avanzó rápido: su paso por formaciones hoy míticas como Los
Canarios o Alcatraz, iconos de la escena jazz-rock y progresiva de la
España de los setenta hubieran bastado para garantizarle un nombre en la
historia musical de este país. Sin embargo, la producción y la técnica
del sonido eran cuestiones que, acordes a su carácter inquieto, le
atraían tanto o más que las teclas del piano o el sintetizador. De modo
que comenzó una carrera de productor que en años siguientes le llevaría a
dirigir actuaciones y grabaciones de éxito en las voces de Danny
Daniel, José Velez, Camilo Sesto, Fórmula V o Albert Hammond, entre
otros muchos.
El gran giro, no obstante, lo dio haciendo buena esa frase de “pinta tu
aldea y serás universal”. A principios de los años ochenta decidió
quedarse en Asturias y fundó, en compañía del añorado Pedro Bastarrica,
el que fue el primer estudio de grabación profesional de la región.
Estudios Norte, más tarde Estudios Eolo, supuso el final de la era en
que los músicos asturianos debían cruzar el Pajares para grabar un disco
en condiciones.
De 1981 a 1991 René estuvo allí, mano a mano con Pedro, dando salida a
una cantidad apabullante de grupos y solistas que, por fin, podían
grabar en Gijón con los mismos acomodos técnicos y calidad sonora que en
cualquier parte del mundo. La lista de artistas que despegaron gracias
al buen hacer del tándem Coupeaud/Bastarrica es extensísima, y su simple
mención lo dice todo. Baste citar a Ilegales, Los Locos, Los Suaves,
Nuberu, Dixebra, Stukas, Fuera de Serie, Jerónimo Granda, Salón Dadá,
Llan de Cubel, Hevia, Carlos Rubiera, Javier Bergia, Modas Clandestinas,
Cuélebre, Xuacu Amieva, Beleño, Julio Ramos, Xentiquina, Rohan…
Gran parte del éxito obtenido por estos grupos fue reconocido, con toda
justicia, a la labor del dúo de productores. Sin embargo, el corazón de
René dio un susto a todos en 1991, durante la grabación de Algo Salvaje,
tercer álbum de Los Locos. Aquel primer infarto le obligó a bajar el
pistón tras casi una década de trabajo continuo tras la mesa de mezclas,
día tras día, a un ritmo enloquecedor y sin apenas descanso. Habían
sido más de 150 discos en menos de diez años, en una época en la que los
sistemas digitales no se habían generalizado y en la que el tiempo en
estudio suponía muchos gastos, nervios, tensiones y paciencia.
Los médicos le desaconsejaron el ritmo de vida de un productor
discográfico freelance, y aunque René se planteó la posibilidad de
pensionarse, hizo el más difícil todavía: sacarse una oposición para
dirigir el Taller de Músicos de Gijón, que obtuvo tras recuperarse. Se
abrió así una nueva etapa en su vida, participando en un proyecto
modélico que imitaron después tantas ciudades, y en el que la enseñanza
de rock y pop, hasta entonces géneros menores para los músicos “serios”,
empezó a cobrar empaque y respeto, derribando ese estigma mendaz de mal
vivir y delincuencia que, aún hoy, algunos siguen asociando a cualquier
música con respaldo popular.
En todo caso, los siguientes 25 años le aportaron aún más
satisfacciones. Las que salen de impartir clases de música, catalogar
producciones, organizar seminarios, cursos y conferencias, renovar
tecnologías y sistemas de grabación, aprender nuevas nociones de sonido
y, sobre todo, estar en contacto continuo con músicos jóvenes. Su
afabilidad y bondad, a veces escondidas tras un semblante serio que no
era más que una coraza de timidez, le hicieron ganarse el aprecio y el
respeto de todos.
En 2017, cumplida la edad para ello, se ganó la jubilación. Y aunque su
etapa como profesor había concluido, tenía proyectos que, por desgracia,
no se han llegado a materializar. Su carrera de músico, él lo sabía
bien, solo acabaría cuando se apagase su vida. Lástima que lo hiciera
cuando aún era demasiado pronto. Cuando aún le quedaba tanta música por
mostrar y disfrutar.
Es más que significativo, en fin, que en un mundo como el de la música, y
más aún el de la música en Asturias, tan lleno de envidias, puñaladas,
estafas, maledicencias y falsedades, quien esto escribe jamás haya oído
una mala palabra contra René de Coupaud en boca de nadie. La prueba
definitiva que denota la nobleza de quien demostró ser tan buena persona
como grandísimo músico y que, con su repentina ausencia, sin opción a
despedirse, ha hecho del silencio y el frío la melodía mas triste. La
que menos esperamos y que jamás debió dejarnos.
[René de Coupaud Villarrubia, músico y productor discográfico, nació
en Madrid en 1952 y falleció en Gijón el 10 de febrero de 2018]
[Redacción Nuevaola80. Rafa Balbuena. Publicado en atalanticaxii.com -Enlace original-]
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