Guillermo Castaño (1957-2023)
Procedencia: Barcelona
Profesión: Periodista, Promotor, Editor
Guillermo Castaño (1957-2023) fue colaborador de Rockdelux durante años y un dinamizador de la escena experimental en Barcelona a través del sello G3G y de las sesiones semanales que organizó en dos salas de la ciudad, Communiqué y Sidecar, desde finales de los ochenta hasta 2004. Falleció el pasado 4 de diciembre en Senegal, país en el que se había instalado desde hacía más de una década, su paraíso encontrado tras desconectar por completo de la escena que tanto y tan bien agitó.
Pienso en Guillermo y cojo un número cualquiera de Rockdelux de los años ochenta, al azar. El 42, junio de 1988, con portada dedicada a Morrissey. En la sección de conciertos descubro dos críticas suyas, eclécticas como eran sus gustos aunque se definiera sobre todo por la vanguardia: una sobre un maratón de teatro, danza, música y circo celebrada en el Mercat de les Flors de Barcelona, y otra de la actuación de Tuxedomoon. Más adelante aparece la página de la sección de título ballardiano, Crash, que durante un tiempo se repartieron equitativamente Guillermo y Eva Tovar, ella centrada en los fanzines y él en los casetes (cuando aquí aún se escribía cassettes). En aquel número seleccionó cintas del mexicano Jorge Reyes, el barcelonés Víctor Nubla editado por Esplendor Geométrico, los daneses Tzarina Q Cut y los gallegos Zov y Polidrico.
Paso al siguiente número, el del estío de 1988, y Guillermo se encargó de la breve Open que abría la revista cada mes, una misiva veraniega firmada con sentido del humor como Guillermo Castaño y señora, y dirigida a su hermana y familia. En aquel número no hubo Crash, pero sí su crónica de un concierto de Carles Santos, de quien terminaba diciendo que tenía duende; la crítica del disco de The Fall “The Frenz Experiment” (1988) y una entrevista con Los Gringos, que acababan de ganar el concurso de maquetas de RDL en el apartado de música electrónica.
Recupero una frase de su crónica del maratón de teatro, música, danza y circo referida al organizador del evento, el actor y productor teatral Arnau Vilardebó: “Despliega una energía espeluznante: canta, baila, habla, corre, grita, presenta, anima, defiende con uñas y dientes la idea; a menudo uno piensa que si el invento funciona es gracias a él”. Leído ahora, parece como si Guillermo estuviera hablando de sí mismo, pues no solo era también un agitador cultural, sino que poseía y transmitía esa misma energía espeluznante, defendía con el mismo tesón sus ideas sobre la música y de este modo creó con su hermano Gat (bajista de New Buildings, después Buildings, Bel Canto Orquestra y Ràeo, entre muchas otras aventuras sónicas) varios sellos alternativos y una programación estable semanal de conciertos de música de vanguardia por la que pasaron artistas de la escena Barcelona y de muchas otras partes del mundo, primero en la sala Communiqué del barrio de Sants y después en el Sidecar de la Plaça Reial. Guillermo desplegaba esa energía que contagiaba a todos y le permitía a él estar hasta altas horas de la noche, en los conciertos que organizaba y en cualquier otro lugar, para muy temprano, a la mañana siguiente, irse a su trabajo en el almacén de la fábrica Bayer. Años después vino el desencanto con la ciudad, la música y las actividades culturales, una desconexión asumida a la que siguió el descubrimiento del Senegal. Desde hacía unos doce años vivir allí era el proyecto de vida, en palabras de su hermano.
Todo empezó en la primera mitad de los ochenta con Duplicadora, una editora de música en formato casete que había creado Gat y a la que se sumó Guillermo, y con la que publicaron cosas de Tres, el programa número 100 de ‘Escuela de sirenas’ de Radio P.I.C.A. o el concierto de despedida de Ultratruita en la sala Karma. Se aliaron con los responsables de otras pequeñas discográficas independientes para crear 4SELLOS. Organizaron un bolo de Don King en Barcelona y editaron posteriormente la casete “On The Mediterranean” (1987). De aquel grupo solo pudieron venir Mark Cunningham –que se enamoró de Barcelona– y Lucy Hamilton, ya que Arto Lindsay y su hermano Duncan no podían salir de Estados Unidos porque entonces aún estaban en situación ilegal.
Llegó después el proyecto más ambicioso de G3G, o G33G, un sello de compactos y vinilos creados por las tres G: Guillermo, Gat y Gloria Basté, entonces pareja de Gat. Inició su andadura en 1989 y publicó discos del saxofonista Jakob Draminsky Hojmark –habitual de la escena del Communiqué y miembro de la Bel Canto Orchestra de Pascal Comelade–, Superelvis, Étant Donnés, Oriol Perucho, Il Gran Teatro Amaro, Ràeo, Albert Giménez, Juan Crek, Macromassa, Víctor Nubla, Mil Dolores Pequeños, Sociedades en Tetra Brik, Comelade, CaboSanRoque, Alfonso Villalonga, Mars, Pierre Bastien, Richard Pinhas, Joan Saura, Alien Mar y Agustí Fernández. El sello también sacó a la luz en 1998 la célebre y volcánica actuación de Pau Riba y Perucho’s en el Canet Roc de 1977, “Astarot Universdherba”, y publicó “Alter Musiques Natives” (1995), fundamental recopilatorio de las diversas escenas musicales catalanas (vanguardia, fusión, progresiva, electrónica, electroacústica, industrial) que ilustraba la exposición del mismo nombre organizada por el centro de nuevas tendencias KRTU, y en el que hay temas de Josep Maria Mestres Quadreny, Polonio, Macromassa, Sisa, Pau Riba, Máquina, Pan y Regaliz, Klamm, Koniec, Música Urbana, Moisés, Moisés, Jumo, Tina Gil y Vagina Dentata Organ, entre otros. Y se marcaron un lujazo con la serie de 7” dedicada a las cartas del tarot, nueve vinilos en edición limitada y numerada publicados entre 1989 y 1994: Mil Dolores Pequeños reinterpretaron La Justicia, la Bel Canto Orquestra hizo lo propio con El Ermitaño, Pierre Bastien-Mecanium con La Estrella, Macroelvis Supermassa se dedicaron a El Sol, Étant Donnés con El Carro, Ràeo con El Diablo, Anton Ignorant y Buildings con La Luna, Gawk con El Mundo y Victor Sierra dedicó su disco a El Juicio.
En las sesiones de la sala Communiqué, que G3G organizaba todos los martes, tocaron Mark Cunningham, Lydia Lunch, Elliott Sharp, Demonios Tus Ojos, Ràeo, Superelvis y Comelade, entre muchísimos otros. En los últimos tiempos se convirtieron en público habitual gente como Pau Riba. Era difícil irse a casa al acabar las sesiones sin llevarte alguno de los artefactos sonoros que Guillermo vendía en un pequeño tenderete y donde la gente se reunía al acabar el concierto. De Communiqué pasaron al más céntrico Sidecar, también los martes, donde la programación estable de G3G duró doce años más, hasta 2004. En 2015 se estrenó en el festival In-Edit el documental “G3G Records. Poder mirar als ulls”, realizado por Toti García, que pasa pertinente revista a la andadura del sello, de las noches del Communiqué y del Sidecar y a la trayectoria de Guillermo (Guille) y los suyos. Gat comenta que el Records de G3G hacía referencia tanto al Records inglés (archivos, discos) como al record en catalán, la memoria, el recuerdo que deberíamos tener hacia ese esfuerzo titánico que se constituyó en el epicentro de una escena informal de auténtica experimentación en Barcelona o, como escribió alguien, el brazo armado del subsuelo vanguardista barcelonés.
Guillermo tenía 66 años. Una infección de pulmón provocada por la malaria ha terminado con su vida. Era feliz en Senegal, donde había comprado un pequeño terreno y construido su casa, y donde será enterrado mañana. Fue él quien me dio a conocer la obra de Pascal Comelade, que acabó editando con G3G varios de sus discos, “Cent regards” (1990), “Ragazzin’ The Blues” (1991) y “Zumzum·Ka” (1998) entre ellos. Por eso, un último homenaje extractando una frase de la crítica que Guillermo publicó de “El primitivismo” (1987) en RDL nº 46, noviembre de 1988: “Una travesía que invita a la intimidad, al goce secreto, a la ensoñación, sumido el oyente en un mar de sensaciones que cabría buscar en el desgarrado tango, en las cuevas existencialistas típicamente parisinas, en alguna remota aldea de pescadores, en las voces de Édith Piaf, Billie Holiday y Bessie Smith, en el desarraigo del emigrante, la mirada perdida pero llena de recuerdos de un clochard o el ímpetu creador de un poeta”. G3G reeditó “El primitivismo” en compacto en 1992, con lo que se consumaba un verdadero acto de justicia poética.
[Fuente: Quim Casas para Rockdelux]
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