Guille Martín

Guillermo Daniel Martín Jiménez (1963-2006)
Procedencia: Madrid.
Grupos: Cables, Números Rojos, Martín y On The Rocks, Dirigidos, Desperados, La Coartada, Los Rodríguez, La Frontera, Loquillo y Trogloditas, Jaime Urrutia y Los Corsarios.

Enérgico guitarrista nacido en Carabanchel, fundó, junto a su hermano Fernando Martín, uno de los grupos mas importantes del rock nacional de los 80s: Desperados.

Posteriormente figuró como músico de sesión y para conciertos con bandas y artistas de enorme calado en el panorama nacional como Los Rodríguez, La Frontera, Andrés Calamaro o Jaime Urrutia.

Su última fase como músico en activo la protagonizó con los Trogloditas de Loquillo, donde intervino en las grabaciones del último recopilatorio de la banda, 'Hermanos de sangre'.

El pasado 18 de agosto de 2006 nos dejó para siempre, tras una tremenda lucha que mantuvo, mano a mano, con la terrible enfermedad a la que se enfrentaba, nada menos que cáncer de pulmón. Después de ser incinerado, sus restos mortales permanecerán para siempre en el zaragozano cementerio de Torrero.

Descanse en paz & keep on rockin'.

Guillermo Daniel Martín Jiménez nació el 21 de julio de 1963 en el sanatorio madrileño de La Milagrosa. Su primera dirección, domicilio familiar hasta que se emancipó, fue la calle Radio, en el nº 7, situada en el popular barrio de Carabanchel. Cursó estudios primarios en el Colegio Nuestra Señora de la Paz, pero ya desde los cuatro años de edad comenzó a exhibir una tremenda sensibilidad familiar que se tradujo en el aprendizaje de forma totalmente autodidacta del piano, perteneciente al abuelo, que también fue músico. También su padre había cursado estudios de piano, con lo que puede decirse que en el caso de Guille, la genética siguió el camino lógico y esperado, destacando desde el primer día en actuaciones musicales en el colegio, tocando el xilófono para asombro de condiscípulos y profesores.

Cuando él tenía diez años a su hermano mayor le prestaron una guitarra española y le enseñaron tres acordes que practicaba no con excesivo temple musical. Guille, que a estas alturas era famoso en casa porque cosa que cogía iba indefectiblemente al suelo y se hacía añicos, pedía insistentemente que le dejaran la guitarra, pero solo recibía negativas, con lo que se conformaba con sentarse y mirar como su hermano trataba de hacer sonar de manera armónica aquel instrumento tan complicado. Cuál no sería la sorpresa de su hermano cuando un día, al llegar a casa, Guille estaba tocando la guitarra con tremenda soltura, manejando los acordes que su hermano había aprendido y otros nuevos que nadie le había enseñado. Guille podía tocar ya él sólo un buen número de canciones.

Los años fueron pasando y, pese a que pronto resultó evidente que Dios no había llamado a Guille por caminos académicos, con catorce años se matriculó en el conservatorio superior de música de Madrid iniciando los estudios de solfeo y piano. Sin embargo la pasión por la guitarra pudo más que la escolástica y con dieciséis años comenzó a tocar en pequeños grupos de rock de barrio. La primera banda algo más en serio con la que se presentó al premio Villa de Madrid de Rock se llamaba Los Cables. Mientras tanto, empezó a tocar en la orquesta de un grupo de teatro independiente llamado Zascandil, formado por alumnos titulados de la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza. Con ellos recorrió toda España interpretando el musical de bolsillo Angélica en el umbral del cielo, del autor gallego Eduardo Blanco Amor, bajo la dirección de Jose Estruch.

Llegaba la década de los 80 y, con ella, la inquietud de todo joven por formar parte de un grupo musical. Junto a su hermano formó en 1981 la banda Números Rojos, con la que llegaría a proclamarse dos años después tercero en el concurso Villa de Madrid de Rock. Llegaron a grabar dos canciones, pero el grupo terminó de manera abrupta al fallecer uno de sus componentes en el pavoroso incendio que asoló en 1993 la discoteca madrileña Alcalá 20. Al año siguiente, Guille prestó sus habilidades a otras bandas menores con las que recorrió España, hasta que en 1985 pasaría a formar parte de uno de los grupos más importantes de su vida: Desperados. Con ellos editó cuatro elepés oficiales –más uno que ha quedado inédito- y realizó innumerables giras por la geografía española. Precisamente en una de las primeras actuaciones que hizo en Zaragoza –año 1986- comentaría literalmente a su hermano: "Me encanta esta ciudad. No me importaría venirme a vivir aquí".

La carrera de los Desperados fue apagándose con el paso de los años, mientras Guille iba compatibilizando su trabajo en este grupo con la grabación como bajista del primer disco del grupo hispano argentino Los Rodríguez. Por fin los Desperados se deshicieron en 1992 y Guille, junto a su hermano Fernando, creó el dúo Neverly Brothers, con el que actuó en multitud de locales de pequeño aforo. Mientras tanto, colaboraba también con el legendario cantante español Micky, formando parte de su banda de acompañamiento y actuando en toda España. En el Café Hispano de Zaragoza aún se recuerdan las inolvidables veladas de Micky con Guille a la guitarra.

A mediados de los años 90 y tras un breve paso por otra formación histórica, Los Enemigos, ingresó en las filas del grupo La Frontera con los que giró y grabó su elepé en directo Capturados Vivos. Después pasaría a colaborar con el exRadio Futura Luis Auserón en su carrera en solitario, para acudir acto seguido a la llamada de sus amigos los Rodríguez, que se habían separado recientemente. Primero tocó con Ariel Rot en una banda llamada The Rota y después fue Andrés Calamaro quien lo llamó para la banda de acompañamiento con la que grabó sus discos en solitario Alta suciedad, Honestidad brutal y, finalmente, El Salmón. Con Calamaro viviría Guille sus días más intensos y exitosos como músico, tocando con Andrés en España, Latinoamérica e incluso Estados Unidos.

Con una tremenda reputación de guitarrista fuera de serie, Guille actuaría en Zaragoza y conocería allí a Gaby, el amor de su vida y la persona que le hizo abandonar su ciudad natal para convertirse en auténtico maño de corazón. Fue en el año 1999 y él no lo dudó. El amor le llevó hasta las orillas del Ebro y allí recaló, en el Casco Viejo de la capital aragonesa, sin nostalgia por lo que dejaba atrás. Todos los zaragozanos que le conocieron, convivieron con él y le quisieron pueden dar fe de ello.

Mientras tanto, las cosas iban profesionalmente sobre ruedas para Guille. Contribuyó con su guitarra al renacimiento profesional del exGabinete Caligari Jaime Urrutia, mientras surgían colaboraciones musicales con infinidad de artistas y grupos locales, entre ellos el mismísimo Enrique Bunbury. Por fin en 2002 contraería matrimonio con Gaby en el Ayuntamiento zaragozano. Ofició la ceremonia el concejal de la Chunta Aragonesista Luis Pastor. Fueron dos días de celebraciones que son aún recordados por la multitud de amigos que asistieron a celebrar con la pareja la feliz unión.

Un año después, Guille sería reclamado por el legendario rockero barcelonés Loquillo para integrarse en otra de las bandas capitales del rock español: Los Trogloditas. Con ellos giró para presentar el disco Arte y ensayo y con ellos terminaría grabando el doble cedé y DVD Hermanos de sangre. Sin embargo, el primer atisbo de la enfermedad que acabaría con su vida llegó en 2004, cuando le fue diagnosticado un cáncer de pulmón. Fue operado y recibió tratamiento de radioterapia y quimioterapia en el hospital Miguel Servet, siendo dado de alta con buenas expectativas. Guille recuperó su rutina laboral, haciendo actuaciones con Loquillo e incluso grabando lo que serían sus dos últimos trabajos de estudio: junto al cantante de Danza Invisible Javier Ojeda en su primer disco en solitario y al lado del exMestizo Juanjo Javierre.

Sin embargo la recaída fatal le habría de sobrevenir en junio de 2006. En apenas tres días asumió con valor y sin perder la sonrisa una paraplejia que le habría de dejar definitivamente postrado en cama. El conocía la gravedad de su mal –una metástasis que le invadió de modo tremendamente agresivo-, pero siempre trató de no constituir un problema o incomodidad para nadie: su esposa, su hermano, su familia de Zaragoza y, en definitiva, los miles de amigos de esa ciudad que tanto amó y de la que recibió de manera recíproca el mayor de los cariños.

Finalmente, una calurosa tarde del viernes 18 de agosto Guille dejaba este mundo haciendo que, a partir de ese momento, el rock quedase algo más huérfano, su mujer, familia y amigos más solos y necesitados de su proverbial alegría y la hermosa ciudad de Zaragoza un poco más solitaria.

A partir de ese instante para los miles de personas que le conocieron y amaron ese tema de rock apasionado que es la vida carece de uno de sus pasajes fundamentales: el solo de su guitarra.